Tratamiento para la gripe en adultos

Tratamiento para la gripe en adultos

La gripe es una enfermedad muy común de origen vírico. Los virus responsables de esta patología son los Influenzavirus A y B, y ambos pertenecen a la familia Orthomyxoviridae.
Así, esta alteración se contagia fácilmente tanto directa (a través del contacto) como indirectamente (por la vía aérea mediante las gotas de Fluggë). Por norma general, se desarrollan más casos clínicos en determinados periodos anuales.
Por este motivo la incidencia de gripe aumenta en especial en invierno y en los primeros meses de otoño se inician las campañas de vacunación.
Tras padecer la enfermedad, los pacientes son capaces de desarrollar inmunidad ante esta patología. Sin embargo, estos microorganismos son capaces de mutar, creando una nueva variedad de virus cada año. Es decir, la inmunidad se desarrolla frente al virus de la gripe de esa temporada, pero si éste cambia, al año siguiente se puede volver a contraer la enfermedad.
Por otra parte, los síntomas más comunes que suelen presentar los pacientes son la tos persistente con estornudos y fiebre. Otras señales son la congestión nasal, debilidad general y el enrojecimiento.

Tratamiento de la gripe en adultos


Normalmente, empezamos a presentar los primeros síntomas del trastorno cuando el virus ya se ha extendido a varias regiones de nuestro cuerpo.
Asimismo, nuestro sistema inmunológico empieza a sintetizar anticuerpos específicos contra este cuerpo extraño. Finalmente, se destruyen todos los virus que hayan invadido nuestras células y se crea inmunidad contra este trastorno. Todo este proceso suele durar una semana, pasado este periodo de tiempo el individuo empieza a mejorar.
Por otra parte, el objetivo final del tratamiento será mitigar todos los síntomas que pueda desarrollar el sujeto en esta evolución. Las pautas más recomendadas por el equipo médico son las siguientes:










Por otra parte, este trastorno puede provocar ciertas complicaciones que agraven la condición médica del paciente.
Por norma general, se suelen desarrollar neumonías que pueden presentar tanto un origen bacteriano (frecuente) como uno vírico (menos común) y bronquitis. Así, observamos que la gripe afecta sobre todo a las estructuras del aparato respiratorio de los pacientes.
Si se llegaran a desarrollar estas complicaciones, el equipo médico correspondiente puede recomendar nuevos tratamientos frente a estos problemas.
En el caso de la neumonía bacteriana se aplicarían antibióticos al paciente (vía intravenosa u oral) mientras que en la neumonía de origen vírico las pautas son similares a las de la gripe y el tratamiento será fundamentalmente sintomático.

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